Sadyhel Astudillo

Aprovecho el espacio que me brinda esta casa editora, para enviar un cordial y respetuoso saludo y mi más sincera gratitud al distinguido escritor guerrerense Juan Sánchez Andraca, por su importante aporte a la literatura y cultura en general -a través de diversas formas y medios- particularmente la de nuestro estado; así como por hacer mención de estas columnas en su prestigiado programa de radio: “En busca de nuestras raíces”, que se transmite los días miércoles por la frecuencia de Radio Universidad, haciendo la más atenta invitación a usted amable lector para sintonizar esta emisora, le aseguro que se volverá un fiel radioescucha de este programa.

Hace poco menos de un mes se estrenó en diversas salas de cines de nuestro país, la película de COCO, la cual desde años antes de su estreno estuvo dando de qué hablar y ahora que ya se estrenó el auge se avivó y está siendo un tema de conversación bastante recurrente.
En primera instancia tenemos que hace más de dos años aproximadamente, una noticia comenzó a sonar y a compartirse mucho en internet y redes sociales, algunas “fuentes” la trataban con más seriedad que otras. En pocas palabras la nota decía que la empresa Disney estaba queriendo comprar los derechos de las palabras: Día de Muertos. Cosa que en México (lógicamente) hizo rabiar a más de uno y a vociferar (por medio de tweets) en contra de la empresa. Como ustedes se imaginarán tal compra no se pudo realizar y Disney se quedó sin el nombre, mas no sin las ganas por que la película siguió adelante con un nombre pendiente.
Meses atrás, poco antes de su estreno se creó un ambiente lleno de especulación y no era para menos ya que una empresa estadounidense produjo, dirigió y estrenó una película sobre costumbres y creencias mexicanas realmente antiguas y como todos sabemos la relación México-Estados Unidos siempre ha sido un estira y afloja.
¿Acaso nos representarían con sombrero y zarapes? ¿Los paisajes y fondos serian casi desérticos y con solo cantinas y casas de madera? Lo que dejaba ver el tráiler de la película no mostraba nada de eso y generó que el público mexicano no se sintiera ofendido y además picaran su curiosidad.
Cabe mencionar que ya he podido ver la película, la cual es bastante buena. No me dedicaré a reseñarla ni mucho menos, voy a mencionar unos puntos que se me hicieron interesantes y que propiciaron la presente colaboración.
El equipo creativo, se tomó su trabajo realmente enserio, la ciudad ficticia donde ocurre la historia realmente parece un pueblo mágico de los que tenemos en nuestro país, la apariencia física, así como la vestimenta e indumentaria de los personajes principales, secundarios y hasta de fondo, están bien logrados y se asemejan al México actual.
Lo más importante, la tradición del día de muertos no lo toman como un simple pretexto para la película, la mención que hacen a las tradiciones, así como su papel en la cosmovisión mexicana es acertada; la representación que hacen del mundo de los muertos y sus habitantes también nos hacen recordar a varias zonas y personajes conocidos de México.
Mención aparte merece la música, la cual nunca llega a desesperar o aburrir (como suele suceder en algunas películas de Disney), además de ser agradables y con su toque mexicano. Vaya, en la mayoría de los aspectos es una película bien lograda. Tengamos presente que está dirigida a los niños.
Entonces, esta –sin querer- fue una promoción directa a la película. Pero la verdadera intención de esta columna es invitarlos a hacer una reflexión la cual está especialmente dirigida a todos los creativos mexicanos, sean pintores, escultores, músicos, escritores, dibujantes, etc. Si una compañía extranjera apoyada por talento mexicano pudo lograr una película buena sobre nuestras costumbres ¿Qué nos detiene a nosotros que vivimos aquí y tenemos más cultura y además la tenemos más arraigada a nosotros por medio de las tradiciones y costumbres? Nosotros también podemos –y debemos- crear cualquier tipo de producto con una buena calidad y basado o no en nuestras tradiciones.
Vaya pues, echémosle ganas y no dejemos que nos ganen con nuestra propia cultura, como suelen decir: Demostrémosles como se hace.

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