* La antropóloga Yndira Sandoval, quien había impartido una conferencia precisamente sobre violencia contra la mujer, reveló cómo fue atacada y vejada por dos mujeres miembros de la policía preventiva

 

REDACCIÓN

 

La antropóloga social y activista Yndira Sandoval Sánchez denunció que fue arrestada con lujo de violencia y abusada física y sexualmente por dos mujeres que forman parte de la policía preventiva de Tlapa.
Denunció que la agresión ocurrió el sábado 16 de septiembre y al día siguiente acudió a denunciar los hechos a la Unidad de Investigación Especializada en Delitos Sexuales y Violencia Familiar Región Montaña de la Fiscalía General del Estado, donde se inició la carpeta número 12080470200090170917.
Además, el 13 de octubre acudió ante la Procuraduría General de la República (PGR) para denunciar los hechos en la célula de investigación de la agencia tercera de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra). El caso quedó asentado en la carpeta FED/SDHPDSC/FEVIMTRA-Gro/0000634/2017.
Sandoval Sánchez concedió una entrevista al periódico La Jornada, en la que narró su martirio.
Contó que había acudido a Tlapa para impartir una conferencia invitada por la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) sobre la prevención, detección, atención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres.
Esta actividad formaba parte de las acciones que realiza la Organización Todas Mx, movimiento que dirige en favor de los derechos de las mujeres.
La antropóloga, activista y defensora de los derechos humanos relató que ese día tuvo un accidente con un clavo, el cual le rompió la camisa y le lastimó justo debajo de la axila izquierda, cerca del seno.
Por ello, acudió junto con su compañero a la clínica San Antonio, donde la atendió un médico que le cobró inicialmente la cantidad de 2 mil pesos.
Dijo que el precio le pareció sumamente alto y se lo manifestó de esa manera al doctor, quien ante la insistencia decidió hacerle un descuento y cobrarle 900 pesos.
Yndira Sandoval trató de pagar el servicio médico con una tarjeta bancaria, pero el médico le respondió que únicamente aceptaba dinero en efectivo, por lo que le sugirió que fuera a buscar un cajero electrónico.
También le indicó que el pago tenía que hacérselo directamente a él, sin pasar a la caja de la clínica.
“Le dije entonces que le pagaría, pero que requería un recibo y una factura del servicio”, contó la antropóloga social.
Tras responder eso, salió de la clínica San Antonio para buscar un cajero electrónico en el que pudiera retirar dinero, pero se percató de que había olvidado su celular y regresó por él.
Cuando salió de la clínica por segunda ocasión, se percató de que había una camioneta con seis elementos de la Policía Preventiva de Tlapa de Comonfort, quienes intentaban detener a su compañero porque supuestamente se habían negado a pagar la cuenta por los servicios médicos.
-¿Por qué lo detienen?, soy defensora de los derechos humanos, les increpó Sandoval Sánchez, pero la respuesta de uno de los agentes fue: “Usted también está detenida”.
La activista dijo que exigió que se aplicara el protocolo para que fuera una mujer policía quien la revisara, pero la agente le gritó: “¡Cállate, pendeja!” y se negó a identificarse.
– Te vale madre quién soy. Ya te dije que te calles y que aquí en Tlapa te chingas, le habría respondido la mujer policía.
Yndira Sandoval relató que “como me negué a subir a la patrulla, la oficial me aventó hacia el interior de la batea de la camioneta y aunque le dije que estaba lastimada, se empeñó en apretarme la herida, torturándome física y psicoemocionalmente. Todo el trayecto hacia la comandancia municipal me tuvo de rodillas, jalándome el cabello hacia atrás, apretándome la herida y me preguntaba riéndose: ‘¿Te duele?'”.
Añadió que después identificó a la mujer policía como Claudia Juárez Gómez, quien le espetó mirándola a los ojos: “¡Aquí te vas a chingar, aquí valen verga tus derechos, aquí te chingas, pinche güerita pendeja. Aquí estás en Tlapa y te voy a enseñar quién manda!”.
Explicó que cuando llegó a la comandancia de la Policía Preventiva, la metieron en la primera celda ubicada en un pasillo, y que mientras una policía vigilaba desde la puerta, la otra identificada como Claudia Juárez Gómez la agarró violentamente del cabello y la puso contra la pared.
“Con su brazo derecho me sometió hasta ponerme de rodillas, me tapó la boca y me empezó a tocar mis senos hasta que llegó abajo, desabrochando mi pantalón e introduciendo su mano izquierda debajo de mi pantaleta, tocando mi área vaginal, penetrándome violentamente con sus dedos. La violación duró unos cinco minutos, pero se me hizo eterno y todo el tiempo estuvo diciéndome al oído: ‘te dije que te ibas a chingar, te dije que te callaras pendeja'”.
Yndira Sandoval cuenta que al principio lloró, pero que nadie pudo escuchar sus gritos porque tenía la boca tapada. Después pensó que algo peor podría ocurrirle y que incluso podría ser asesinada o víctima de desaparición forzada, y por ello prefirió guardar silencio.
Dijo que poco después, ambas mujeres policías salieron de la celda y ella se quedó tirada en el piso, aterrorizada. A los pocos minutos, un policía llegó y le dijo que quedaba libre y podía irse. Nunca firmó un documento de entrada ni de salida de la cárcel municipal.
Acostumbrada a rescatar víctimas de violencia, Yndira Sandoval utilizó todos los protocolos que conoce y que jamás pensó le servirían a ella misma para defenderse de una agresión.
Explicó que por primera vez en su vida vivió el viacrucis que padecen las mujeres violentadas sexualmente. Y sufrió el rechazo, las burlas, la indefensión ante servidores públicos que carecen absolutamente de visión de género.
Declaró que primero acudió a la Fiscalía Especializada de Delitos Sexuales de la Montaña, ubicada en la calle Guerrero, número 122. Estaba cerrada, sin guardia. Lo documentó haciendo que le tomaran unas fotos para después poder comprobar sus dichos.
Luego fue a la oficina del agente del Ministerio Público, que se identificó solamente como el licenciado Valente, para interponer una denuncia por violación sexual, privación ilegal de la libertad y abuso de poder, y el funcionario le contestó que no podía levantar ninguna denuncia y a continuación cerró la ventanilla y apagó las luces.
Yndira Sandoval recordó que había uniformados tomándole fotos y videograbandóla desde una patrulla que la seguía. Finalmente decidió irse a dormir y al día siguiente continuar con los trámites de las denuncias: “No dormí ni me bañé porque ningún médico legista me había revisado para darme el dictamen médico”.
Afuera de la Fiscalía estaba el director de Seguridad Pública de Tlapa, Javier Rivera Fierro, queriendo hablar, y que ella le dijo: “No sé quién seas, pero por tu cargo, tú eres el responsable de lo que me sucedió anoche, así que retírate porque no entiendo qué haces en la Fiscalía. Tu presencia es una intimidación más”.
A continuación, la fiscal Osbelia Blanco Martínez le abrió la puerta de la oficina y le dijo: ‘¿Tú eres la de la violación?’ Yndira contestó: “¿perdón? ¿Cómo lo sabes?” Y la fiscal añadió: ‘me lo dijo el Ministerio Público en turno de la noche’. El mismo funcionario que se negó a recibir su denuncia.
La fiscal argumentó que no contaba con personal para hacer los dictámenes, médicos, sicológicos ni toxicológicos, por lo que Yndira tuvo que esperar horas y hasta un día más para documentar lo que le habían hecho. El químico que finalmente la atendió le hizo una advertencia: “Está usted consciente de que si en su examen aparecen restos, muestras o residuos de sustancias que usted no haya declarado, se puede ver perjudicada”, a lo que ella le dijo que si así sucedía, eso no era delito; en cambio, lo que le habían hecho, sí.
Recordó que para el examen sicológico fue citada el 18 de septiembre, dos días después de la agresión, por Karen Denisse Ramírez. Mientras esperaba afuera de su oficina, escuchó un vehículo con perifoneo que con voz alarmista anunciaba la noticia distorsionada publicada en un pasquín llamado Interdiario, el ABC en La Montaña: “Vergonzoso sainete protagonizado por la hija de una diputada local”. La mentira con su foto, seguramente entregada por los policías, la conmocionó, recuerda.
“Entré en crisis, me aterraba el hecho de ir descubriendo el nivel de colusión y complicidad de las autoridades”, explicó.
Añadió que la psicóloga no aplicó el protocolo y la recibió con una terrible pregunta: “¿Qué sentimiento te invade por el hecho de estar en Tlapa impartiendo una charla contra violencia y haber sido violada durante tu estancia?”.
Para obtener el dictamen médico, Yndira Sandoval tuvo que trasladarse a las instalaciones del ISSSTE, donde la recibió Rogelio H. Pérez Laurel: “¿Sí sabes que si no encuentro nada ahí (señalando la vagina) la que se va a ir a la cárcel eres tú?”, le dijo el galeno, quien enseguida añadió en tono de mofa: “Ya cálmate y desvístete, no tengas pena, aquí todas somos mujeres, incluyéndome”.
El examen con referencia a las manecillas del reloj arrojó laceraciones y lesiones de manipulación e irritación aguada: a la 1 a las 3 a las 6, a las 9 y 12, y luego consignó las lesiones en brazos, antebrazos, pantorrillas, rodillas y muslo derecho, así como en espalda y la ingle.
Los protocolos fueron cumplidos gracias al conocimiento de la víctima, y a pesar de las instituciones, pero Yndira Sandoval acaba de empezar la lucha para el acceso a la justicia. Y como respuesta, su casa fue allanada y fue amenazada de muerte, por lo que se acogió al mecanismo de protección y ahora vive bajo el cuidado de escoltas.
Llorando, advirtió que seguirá buscando justicia, incluso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), porque “el hecho que me violara una mujer me confirma que nos está carcomiendo el propio sistema, que normaliza la violencia y nos quiere obligar a pensar que este es nuestro destino. Las instituciones están podridas. Quiero caminar sin miedo; el Estado me pudo haber quitado la seguridad, pero no me va a quitar ni la dignidad ni mi vocación de seguir defendiendo los derechos de las mujeres”, concluyó.