* Monseñor Leopoldo González, responsable de la Arquidiócesis de Acapulco, advirtió que “la tentación de que una víctima se vuelva victimario es muy grande si no ayudamos” a que sane

 

ANA LILIA TORRES

 

ACAPULCO.— Luego de expresar que el cultivo de drogas es un problema que fragmenta la vida de las comunidades en estados como Guerrero, el arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, dijo que es necesario fortalecer la formación de las familias, porque “quienes perpetran la violencia han salido de nuestros hogares y de nuestras comunidades”.

El prelado católico señaló que no tiene mayor conocimiento de la declaración que hizo el gobernador Héctor Astudillo Flores en el sentido de que la formación de policías comunitarias en la Sierra del estado se debe a la disputa por la siembra de amapola, pero de acuerdo con su experiencia “cuando el cultivo de la droga entra a las comunidades, se fragmentan”.

“Mi experiencia dice, y es la verdad, la miré hace muchos años en la parte alta de Guerrero, era una parte que me intrigaba de cómo los habitantes no podían ponerse de acuerdo en una comunidad en beneficio para todos ellos, es la incapacidad de organización y además en la parte alta de Michoacán, donde muchas rancherías quedaron vacías”, señaló.

En conferencia de prensa dominical, el arzobispo expresó que en el tema de reconstrucción de la paz, la iglesia está enfocando su labor en la atención de víctimas de violencia para alejarlas de la tentación de convertirse en victimarios.

“La tentación de que una víctima se vuelva victimario es muy grande si no ayudamos a sanar a la víctima, no es solo restablecerle la posibilidad de vivir sino también hacer más lejana la tentación de convertirse en victimario”, señaló monseñor González González.

Pidió hacer conciencia de lo que está pasando al interior de las familias y recobrar conductas y actitudes para lograr una convivencia en paz, porque mucha veces en el hogar se aprenden hábitos que son generadores de violencia.

“Quienes somos formadores de la conciencia hemos de hacer un examen de nuestra labor, porque quienes perpetran la violencia han salido de nuestros hogares, han salido de nuestras comunidades, de nuestras comunidades eclesiales, de nuestras escuelas; es necesario preguntarnos, mirar y aprender actitudes generadoras de paz”, planteó.

Al mismo tiempo, se solidarizó con la población de la Costa Chica que sufrió los embates del paso del huracán ‘Max’ y que dejó cerca de 3 mil viviendas afectadas en esa región.

Dijo que el viernes acudió a San Marcos y recorrió el albergue de la cabecera municipal donde constató que son atendidas las familias que quedaron en el desamparo a causa de que perdieron todo por el huracán, como los pobladores de Medanitos, comunidad que al igual que muchas otras tuvo que ser evacuada.

“Encontré muchas personas de salud, del gobierno del estado, estaba el presidente municipal tratando de ayudar a los damnificados del huracán. Había fuerza militar resguardando y apoyando” a los damnificados, dijo monseñor Leopoldo González.

Párrocos y grupos juveniles apoyaron también en el retiro de escombro y limpieza de las viviendas que se inundaron en San Marcos.

En cuanto al hecho de que a la fecha no se les han dado los apoyos a damnificados de las tormentas ‘Ingrid’ y ‘Manuel’, el prelado católico mencionó el ejemplo de Tapachula, donde en caso de contingencias el gobierno del estado entrega certificados de compromiso de reconstrucción para llevar un seguimiento hasta concluir la ayuda.