Alejandro Mendoza

 

Cada quien sabe lo que ha tenido que esforzarse para salir adelante. Es difícil encontrarse un genuino interés por reconocer el esfuerzo de la otra persona. De hecho hace falta mucha voluntad de las personas para que algo así ocurra.

Hay muchos ejemplos de seres humanos que han tenido que enfrentar y sortear un sinfín de obstáculos, adversidades, retos y hasta complot en su contra con tal de que no salga adelante.

Propio de una sociedad inmersa en la falta de una cultura de principios y valores, parece que lo más importante es impedir que la otra persona salga adelante. Se dice que los mexicanos son expertos en impedir el crecimiento de quienes tienen talento, dones y virtudes.

Obviamente no son todos los mexicanos, pero en su gran mayoría sí. Hay raras excepciones de personas que están dispuestas a hacer todo lo posible para que el prójimo triunfe y salga adelante.

En gran medida prevalece un terrible egoísmo en el que se exalta a las personas que de una u otra manera dan beneficios de índole económico, material o de poder, menospreciando toda acción que nace realmente de la cultura del esfuerzo.

Y que de acuerdo con definiciones especializadas en el tema, el término egoísmo hace referencia al amor excesivo e inmoderado que una persona siente sobre sí misma y que le hace atender desmedidamente su propio interés. Por lo tanto, el egoísta no se interesa por el interés del prójimo y rige sus actos de acuerdo a su absoluta conveniencia.

El concepto proviene del ego que es, de acuerdo con la psicología, la instancia psíquica mediante la cual un individuo se hace consciente de su propia identidad y se reconoce como yo. El ego es aquello que media entre la realidad del mundo físico, los impulsos del sujeto y sus ideales.

Y desde esta perspectiva queda claro que el egoísmo reinante que es un concepto opuesto al altruismo entendido éste como el sacrificio del propio bienestar o al menos restarle importancia, por el beneficio de los demás; es decir, buscar el bien ajeno antes que el propio.

Se puede observar como la sociedad ha sido invadida por un notable egoísmo en la forma de actuar de la mayoría de las personas. Hay quienes realmente le echan muchas ganas para salir adelante y lo único que esperan en tener una oportunidad para demostrar toda su capacidad, talento y dones.

Desde luego quienes han podido traspasar esa enorme barrera con dedicación, constancia y esfuerzo, saben lo duro que ha sido nadar a contracorriente, superando el egoísmo atroz e inhumano que existe en todas las áreas de la sociedad.

Y es que dependiendo de la perspectiva desde la cual se mire el egoísmo, se puede entender que es una actitud negativa al cien por ciento, representativa de la falta absoluta de preocupación por el bienestar ajeno.

En tal sentido, a la mayoría de las personas no les importa lo que sucede alrededor, mientras no les afecte directamente. Y no está por demás decir que la constante crítica a los políticos y gobernantes por su accionar egoísta, no es sólo propio de tales, sino en gran medida de la sociedad en su conjunto.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz

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