¿“Cargada” peligrosa hacia Meade?

 

Felipe Victoria

 

Andrés Manuel López Obrador es adelantado candidato a la Presidencia, ahora por su partido personal el MORENA y antes dos ocasiones por el PRD y el PT.

En el PAN no cuaja Margarita Zavala porque le disputa la candidatura Rafael Moreno Valle y soterradamente Ricardo Anaya; los del PRD en desmoronamiento y amorenamiento se traen trifulca entre tribus y corrientes con Miguel Mancera.

En el PRI de plano están hechos bolas con su apertura de candados y la temeraria no exigencia de militancia previa que posibilita al expanista José Antonio Meade Kuribreña, hacia quien ya se sienten cargadas, mientras los que mantienen vigente a Manlio Fabio Beltrones Rivera pudieran tramar alguna travesura, por cierto que el miércoles 30 de agosto cumplirá 65 años de edad y en esos festejos a veces hay destapes.

Buena columna Bitácora del director la de Pascal Beltrán del Río en el Excélsior que me atrevo a compartirles entre comillas:

“Bufaladas”.

“Durante la etapa autoritaria del país, el Presidente de la República elegía ‘por sí y ante sí’ a quien sería no sólo el candidato presidencial del PRI, sino, de hecho, su propio sucesor”.

“En alguna medida, aquello que en la jerga política se conocía como bufalada tenía un componente de lambiscones espontáneos y otro de enviados por parte del gobierno”.

“Hubo ocasiones en que coincidió que la bufalada atinaba al nombre del sucesor, como ocurrió en los sexenios que terminaron en 1946, 1964 y 1970”.Esas veces, la mayor cantidad de búfalos corrió por Miguel Alemán, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría. Sin embargo, sucedió más veces que las bufaladas se equivocaran, como en 1952, 1958, 1976, 1982, 1988 y 1994”.

“Esas veces, la mayoría de los búfalos cargó equivocadamente a favor de Fernando Casas Alemán, Gilberto Flores Muñoz, Mario Moya Palencia, Pedro Ojeda Paullada, Alfredo del Mazo y Manuel Camacho Solís, respectivamente”.

“En 1994, un connotado priista dijo al presidente Carlos Salinas que el candidato del PRI debía ser el regente capitalino Camacho Solís, porque ‘todos lo apoyan, hasta los enemigos del régimen’. Ante eso, Salinas respondió: ‘Pues que entonces lo postulen los enemigos del régimen’. Con ello, el presiente Salinas dio cuenta clara de que la popularidad no era un factor determinante para designar al candidato”.

“Yo no tengo duda de que esta vez también será una decisión fundamentalmente del Presidente de la República quien se convierta en candidato del PRI. Y estoy seguro, asimismo, que la popularidad de los presidenciables no influirá de forma importante en su ánimo a la hora de escogerlo, si no es que ya lo escogió”.

“Esta vez se ha dado un fenómeno inédito: los aspirantes han comenzado a moverse por sí mismos, como comenté en la Bitácora el lunes pasado (Los movidos, Excélsior 21/VIII/2017)”.

“Si fuera uno solo el que se moviera, sería una casualidad, a lo mejor incluso una imprudencia. Pero fueron cinco en una misma semana (José Antonio Meade, Enrique de la Madrid, José Narro, Aurelio Nuño y Miguel Ángel Osorio Chong)”.

“Eso no es casualidad, sino —claramente, a mi juicio— una instrucción presidencial. Es decir, los aspirantes fueron instruidos de moverse —quien quiere aparecer en la foto debe moverse, me dijo en entrevista el presiente Enrique Peña Nieto, en marzo de 2016— y a convocar ellos mismos a los búfalos”.

“Ya después se dio una confirmación de que los cinco mencionados forman la lista de presidenciables. Lo hizo, en una declaración pública, el senador Emilio Gamboa, el jueves de la semana pasada”.

“La lista de Gamboa se parece mucho a la que hizo Leandro Rovirosa Wade, entonces secretario de Recursos Hidráulicos, en 1975. En una gira del presidente Luis Echeverría por Morelos, Rovirosa dijo a los reporteros que los aspirantes eran siete. La intención era frenar la ambición sucesoria de Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación, quien era, como ya dije, el favorito de los búfalos”.

“¿Cuál pudo ser la intención de enviar a Gamboa a hacer pública la lista? Quizá reiterar que el canciller Luis Videgaray no está en el juego de la sucesión. Ya lo sabremos”.

“Pero que no se equivoquen los cinco mencionados por el líder de los senadores del PRI, y no se equivoque usted: éste no es un concurso de popularidad”

“Al margen de cuál de las autobufaladas es la mayor, y al margen de los mecanismos públicos de postulación que se anuncien por parte del PRI, la decisión será del presidente Peña Nieto”. Dice Pascal Beltrán del Río.

Me aflige el recuerdo de lo sucedido en marzo de 1994, cuando aquel grupo de profesionales por la política, integrado por Emilio Lozoya Thallman, Carlos y Raúl Salinas de Gortari, Manuel Muñoz Rocha y José Francisco Ruiz Massieu, que pactaron sucederse en la presidencia, se disgustaron porque impusieron a Luis Donaldo Colosio Murrieta en noviembre de 1993 y acabó sus días eliminado arteramente en Tijuana, en un complot fraguado desde Los Pinos y disimulado por la PGR quizá entre camachistas y hankistas, que se quedaron embarcados en supuesta complicidad y por eso les treparon a Ernesto Zedillo de candidato sustituto.

Temores fundados de que se repita la historia el año entrante si insisten con Meade Kuribreña como externo.