¿Héctor de Mauléon, el próximo peligrando?

 

Felipe Victoria

 

¡Gracias a Dios es viernes!, pero poca gente en México se atreve a salir a bailar, no por falta de ganas, sino por elemental precaución pues dondequiera la “seguridad pública” deja mucho que desear.

Quienes andan de turistas en los lugares mexicanos favoritos confían en que como visitantes están blindados y seguros, pues uniformados armados rondan como estrategia disuasiva, y mientras los dueños de antros y discotecas o salones de fiestas cumplan con sus cuotas de pisaje, no pasa nada.

¡Qué tiempos aquellos!, cuando a la delincuencia le daba miedo atreverse a cometer fechorías en Acapulco, por ejemplo. Ni para que mencionar nombres de los que fueron los responsables de esa auténtica seguridad, si usted quiere medio salvaje, pero se trataba de frenar a las bestias del crimen en vez de apapacharlas.

Estamos llegando a un punto en que los habitantes pacíficos y decentes piensan tomar la justicia en mano propia, ante la negligencia e ineficacia de las autoridades responsables de mantener a raya a “los malandrines” impunes.

A quien logre ser el próximo presidente de México, le tienen ya en la lista de primeras exigencias una de dos: o le bajan por lo menos tres rayitas a la indiscriminada exageración en la protección a derechos humanos de los delincuentes, o le hacen caso a los juristas realistas como René González de la Vega y Diego Valadés Ríos, comenzando a aplicar por regiones del País el artículo 29 constitucional, suspendiendo garantías para que se pueda hacer lo que se debe hacer y conseguir paz metiendo orden.

En el preferido diario Excélsior que acostumbraba el añorado catedrático Manuel Añorve López, leí ayer la columna ARSENAL de Francisco Garfias, duro y certero como siempre. Les brindo un fragmento

“Héctor de Mauleón los tiene bien puestos”.

“Héctor de Mauleón es un periodista que me merece respeto y admiración. Los tiene muy bien puestos. Sus investigaciones han dejado al descubierto hasta dónde ha avanzado el crimen en la Ciudad de México, diga lo que diga Miguel Mancera”.

“Asume riesgos enormes al balconear el reino de la delincuencia y el narcomenudeo en colonias como Condesa o delegaciones como Tláhuac. Me quito el sombrero ante su trabajo. Es de los que no confunden periodismo con activismo. Tampoco, ve la realidad en blanco y negro. Ofrece datos, no opiniones”.

“Sus textos no pasan por el tamiz de una posición política”.

“Me impactó ver el amenazante video que ayer le enviaron al columnista de El Universal, acompañado de un escalofriante mensaje: ‘Sr. Héctor la sentencia está por cumplirse. La muerte le ha llegado’. Un criminal, amparado en el usuario @GayoFlipa, coloca una foto del periodista, empuña una pistola y le dispara seis veces a la imagen. Las seis al rostro del columnista”.

“Para hablar del tema buscamos a Roberto Campa, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, y uno de los principales promotores del mecanismo de protección a periodistas. ‘Ya entramos en contacto con él. Estamos trabajando en el esquema de investigación y en el de protección. No te puedo decir más’, nos dijo Roberto.

“Y es que bajo el paraguas de la impunidad, la delincuencia ha convertido a los periodistas incómodos en blanco de ataques fatales. Son nueve los colegas asesinados en el país, sólo en lo que va del 2017. La mayoría relacionados con el crimen organizado”.

“Videos como el que le enviaron al columnista tienen, sin duda, un sesgo intimidatorio no sólo para de Mauleón, sino para todos los periodistas que escriben sobre delincuencia”.

“Está claro que el terror que siembran inhibe, pero no es suficiente para imponer el silencio y alimentar la impunidad. Después de lo que vimos en el citado video dan ganas de gritar: ¡Todos somos Héctor de  Mauleón!”

Lo proclamó Francisco Garfias y a ver cuántos lo secundan. Quienes publicamos libros sobre temas policiacos conocemos de esas angustias y las consecuencias, en distintos grados, de lo solitario que resulta a veces tomarse ese atrevimiento de hablar del mundo real.

Estupendo que entre los dos titanes más antiguos del periodismo mexicano no haya envidias ni recelos, sino solidaridad entre sus prestigiados columnistas, articulistas y reporteros; el conteo de periodistas caídos no tiene para cuando terminar; pobres de nuestras familias resignadas de antemano porque no tenemos ahorrado ni para el ataúd.

-Suena la campanita escolar.

-Maestra Pizarrina, ¿ya dejarán de dar lata los revoltosos sindicalistas de su gremio?

-Lo veo difícil porque se quedaron muy mal acostumbrados a chantajear al gobierno con movilizaciones.

-¿Qué no tienen llenadera?

-Se hizo costumbre marchar, bloquear y tomar instalaciones para que se “mochen”, de todos modos se quedaban con su buena tajada.

-¿Qué no le tienen miedo al gobernador Astudillo?

-No hay causa, razón o motivo; él es accesible, amable y escucha.

-¿Entonces?

-Nos acostumbramos a sacar “a la mala” para nuestros caprichos y nos gusta que nos rifen coches, lo malo es que los líderes son los que se los quedan.

-¿Eso pasó con las Hummer de Elba Esther Gordillo?

-¡Shhhh… cábrense cayones!, de nuestra líder vitalicia no podemos hablar. Ya ven como puso al país con su cuate El Peje.