¿Premuras y calenturas por candidatura?

 

Felipe Victoria

 

Ayer lunes tempranito disfruté en el Facebook una entrevista que le hicieron a nuestro gobernador Héctor Astudillo Flores, que dio convincentes respuestas a los cuestionamientos de reporteros.

Como priísta de pura cepa que ha sido toda su vida y que supo superar una derrota electoral en 2005 manteniéndose disciplinado a su partido, le fueron reconocidos sus méritos y lo candidatearon por segunda ocasión en 2015.

No la tuvo ni tantito fácil contra la postulada por los engreídos perredistas tras dos gobiernos con candidatos externos que tuvieron de 2005 a 2014, dejando al estado en primer lugar de lo malo y último de lo bueno, para colmo con un interino académico que disimuló ante la ingobernabilidad y la rapiña dejando en quiebra financiera a Guerrero.

Desde octubre de 2015, Héctor Astudillo no descansa, siempre al pendiente de tantas cosas que suceden y que algunas son desagradables, además de preocupantes, afectando la seguridad nacional, pues aquí va pareciendo un paraíso de los cartelitos que se disputan el control de la producción de drogas, su trasiego y la siembra y cultivo de marihuana y amapola, un multimillonario negociazo transnacional que compra conciencias y consigue disimulo con su feroz ley de plata o plomo.

En los veintiún meses y medio que lleva gobernando ha resistido el acoso por todos lados, superando obstáculos y zancadillas que le ponen con frecuencia, pero sus convicciones lo ayudan a conservar la cabeza fría con prudencia para evitar que Guerrero se ponga en llamas.

En fin, que las preguntas obligadas fueron sobre los resultados de la XXII Asamblea Nacional del PRI y las respondió con esas tablas que tiene, recomendando esperar en vez de precipitarse en ningún sentido.

Si algo ha permitido subsistir y sobrevivir al ahora Partido Revolucionario Institucional (PRI), es la férrea disciplina con que lo creó como Partido Nacional Revolucionario (PNR) el General Plutarco Elías Calles en 1929, cambiado de nombre a Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1940, cuando Lázaro Cárdenas rompió con Elías Calles y finalmente en 1946 se reestrenó como PRI; ya sin el sector militar afiliado lanzaron la candidatura del civil Miguel Alemán Valdés. Desde entonces la milicia no ha vuelto a estar en Los Pinos.

Resultó que de momento y a pesar de la urgencia decidieron no modificarle las siglas al PRI, para dar idea de fuerza y unión sólida entre militantes sometiéndolos a una prueba de disciplina extrema en vísperas de un sisma democratizador, como el de 1988, cuando Cuauhtémoc Cárdenas con Porfirio Muñoz Ledo se indisciplinaron y crearon su PRD, al que muchos tricolores fueron emigrando para conseguir cargos de elección popular, el poder por el poder era su objetivo.

Dos décadas y media los partidos poderosos fueron el PRI, el PAN y el PRD, pero de éste que se comenzó a fragmentar en tribus y corrientes, en 2014 brincó Andrés Manuel López Obrador, registrando el 9 de julio de 2014 su partido personal MORENA, para poner de cabeza a todos y menearles el piso; hoy le temen a que gane en 2018 porque intuyen que el tabasqueño inicie una gran cacería de brujas y encierre decomisando sus fortunas a los de “la mafia del poder” y para protegerse algunos se amorenarán.

En el PRI tienen varios aspirantes muy identificados pero por las condiciones actuales ninguno que pueda ser calificado de totalmente  impoluto, sin cola que le pisen y entonces la estrategia de la XXII Asamblea celebrada el sábado pasado fue atreverse a romper candados y abrir las puertas aceptando simpatizantes como candidatos externos, aunque no satisfagan el requisito de la militancia previa por diez años; como si fuera un traje a la medida para el talentoso José Antonio Meade Kuribreña, economista y abogado que debutó como panista con Vicente Fox y Felipe Calderón, pero por su eficiencia lo empleó catapultándolo Peña Nieto, que no tan debajo de la manga tiene de prospecto también al controvertido Aurelio Nuño que enfrentó la revolución magisterial.

Por esa férrea disciplina todos a levantar la mano y festejar la decisión cupular presidencial, pero se duda que grupos muy organizados y fuertes dentro del PRI se vayan a quedar con los brazos cruzados, obstaculizando a Meade y a Nuño, o en reacción extrema pudieran emigrar aliándose entonces con el enemigo a vencer López Obrador, originando otro sisma parecido al de 1988, nada más de puro coraje.

Quienes no conocen la historia están condenados a repetir los errores de otros en el pasado, dijo Confucio; me viene a la memoria cuando en el sexenio de Miguel de Lamadrid Hurtado filtraron que el candidato priísta sería Alfredo del Mazo González o Sergio García Ramírez, y hacia sus domicilio se trasladaron multitudes en cargadas, pero resultó que la presión de los banqueros impuso al brillante economista Carlos Salinas de Gortari y chitón perrito, todos a sumarse con él, pero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y su PRD le dieron buena lata y hasta alegaron que les robaron el triunfo con la misteriosa “caída” del sistema.

Intenso sexenio de Salinas que acabó en la guerra que le declaró el EZLN en Chiapas y los asesinatos cometidos contra Colosio y Ruiz Massieu no dejándolo imponer sucesor. ¿Peña Nieto sí podrá?