Alejandro Mendoza

 

Cuando la voluntad personal o grupal se antepone al bienestar colectivo, se extravía el deber del ser de la esencia política y el ejercicio de gobierno, por tal razón existe en la actualidad una evidente apatía, desánimo, desinterés de gran parte de la población en los asuntos políticos y de gobierno.

Obviamente tal postura no es la más correcta de adoptar cuando el deber en lo político y en el gobierno se ha perdido, por el contrario es cuando más debe ponderarse la conciencia social de lo que acontece.

Y no hay la menor duda que el cumplimiento de los deberes políticos de las personas que se dedican a esta actividad, son invariablemente una consecuencia del goce de la ciudadanía activa.

Y esto se puede entender solamente cuando se cumple con dos acciones. La primera cuando se hace la defensa de la patria de una manera consciente de la obligación de servir a la patria, de concurrir a su prosperidad, a su grandeza y a su defensa, por medios materiales o espirituales, intelectuales o morales, por esto es un deber absolutamente universal y nadie debe sustraerse a ella.

Y la segunda acción cuando se da la participación en la administración de la cosa pública por medio del voto. Cuando se tiene el entendimiento que el voto es la base del gobierno democrático y en una democracia todas las autoridades surgen directa o indirectamente del sufragio y, por consiguiente, el gobierno está en manos de las mayorías.

Así es como debiera de ser. Sin embargo, sabemos de la manera tan tergiversada en que se encuentra este ejercicio democrático de la elección por medio del voto, pues surge entonces la manipulación, la coacción, la compra del voto, el abuso y uso de la necesidad de la gente con el único fin de conservar el poder y los privilegios.

En su explicación Byron Idigóras de ‘Los deberes políticos’, enfatiza que muchas veces los gobiernos no representan la opinión pública verdadera. Ello ocurre en una democracia cuando se apodera de los ciudadanos la indiferencia cívica.

Esta parte es fundamental porque efectivamente la indiferencia cívica, que se manifiesta en el abstencionismo, es decir, en no concurrir a votar, o en el voto en blanco, es muy peligrosa, porque abandona el destino de la patria a los ambiciosos y a los irresponsables.

Y también es cierto que debemos convencernos de que la suerte de nuestro país depende de nuestra decisión o, por lo menos, de millares de decisiones como la nuestra. Por ello no podemos permanecer indiferentes ante la elección de quienes han de gobernarnos y nuestro voto debe ser terminante.

En el escenario actual que vivimos en el país, en el estado y en Chilpancingo, específicamente, debe prevalecer el deber político y moral en todos los líderes y dirigentes, de todas las fuerzas políticas y agentes de la sociedad para colaborar a generar un clima más favorable posible para que la paz, la seguridad y la justicia puedan ser una realidad.

Y aunque la acción de la sociedad civil organizada sigue siendo un activo indispensable para hacer frente a la situación actual, se requiere también del esfuerzo institucional de los gobiernos, partidos políticos e instituciones. Se necesita pues no sólo de todos, sino también de la voluntad política para hacerlo.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz

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