* Ahora arriesga su vida como bajador de cocos en Tecpan

 

EDGAR DE JESÚS

 

TECPAN.— De forma gradual, decenas de mexicanos que estuvieron radicados en Estados Unidos regresan a sus lugares de origen sin haber sido deportados, solo por el temor a ser detenidos en aquel país. La lucha por la subsistencia ahora continúa aquí, en la tierra que muchos dejaron en busca del sueño americano. Ese es el caso de Juan Carlos Solís, quien regresó a su tierra natal porque “la cosa se estaba poniendo fea para los mexicanos”.

A dos meses de asumir como presidente de los Estados Unidos de América (EUA), Donald Trump, ha hecho adecuaciones a la Ley Migratoria y promovido la detención de mexicanos indocumentados.

Sin embargo, muchos paisanos no esperaron a ser deportados. Los discursos discriminatorios y de odio expresados por Trump, han provocado que cientos de migrantes latinos salgan por cuenta propia de ese país.

Al estado de Guerrero van llegando gradualmente muchos paisanos que decidieron abandonar el sueño que los llevó a cruzar la frontera norte de nuestro país, y se han visto obligados a buscar nuevas estrategias de subsistencia ahora en su tierra.

En su mayoría han optado por dedicarse a labores del campo. Por ejemplo, en la región Costa Grande se suman a la bajada de cocos.

En este oficio muchos de los que han regresado tratan de ganarse la vida, a pesar de que es uno de los trabajos más riesgosos y mal pagados.

Bajar un coco de su palmera implica trabajar en las alturas, sin las medidas de seguridad suficientes y con el riesgo de que el propio producto caiga sobre los bajadores, lo que podría provocarles la muerte.

Juan Carlos Solís Lucas vivía y trabajaba en el vecino país, pero por decisión propia, ante el temor de ser detenido, humillado y agredido, decidió volver a Tecpan, llegando a la comunidad Villa Rotaria, ubicada a 20 minutos de la cabecera municipal. Es ahora uno de los bajadores de cocos.

En una charla con él, dijo que decidió regresar a Guerrero “porque la cosa se estaba poniendo fea para los mexicanos”.

Junto con otros ilegales también de Tecpan, decidieron abandonar el “sueño americano” y buscar la forma de ganarse la vida en su tierra natal.

“Somos siete en el grupo, todos nos dedicamos a la bajada de cocos, como se ha hecho siempre, con varas o escalando”, relató.

Las varas de carrizo son conseguidas en la Sierra debido a su dureza y maleabilidad, y mientras algunos se alquilan como bajadores con sus varas, otros lo hacen con cuerdas que usan para subirse a la palmera y destrabar de las pencas. Cualquiera de las dos opciones, representa un enorme riesgo para ellos.

Solís Lucas indicó que la jornada laboral por la que se auto emplean es de 500 a 600 pesos, dependiendo de las huertas de las que sean tumbados los cocos, que después serán jimados y sacados para ser expendidos por los dueños de las huertas.

“La presencia de enjambres de abejas en lo alto de las palmeras y los cortes ocasionados por el filo de las navajas”, son otros de los riesgos del trabajo, señala Juan Carlos.

Este joven tecpaneco es tan solo uno de los miles de casos de migrantes mexicanos que regresan a sus lugares de origen sin tener opciones para vivir cómodamente, pese a los programas de apoyo a migrantes que ha anunciado el gobierno federal. (API)