* El cuerpo fue localizado esta mañana por los agentes policíacos, prácticamente convertido en osamenta; estaba dentro de su domicilio, “guardado” por sus propios familiares, quienes – a decir de sus propios vecinos- sufren un desorden mental

 

 

 

La madrugada de este miércoles, policías ministeriales atendieron un reporte “anónimo” al número de emergencias 911, que informaba que sobre la avenida Chilpancingo, sin número, de la colonia Indeco, había una persona sin vida y en estado de putrefacción.

Sin embargo, y en un caso que pareciera sacado de una película de terror, los policías se llevaron la gran sorpresa de que el cadáver estaba dentro de un domicilio, “guardado” por sus propios familiares, quienes – a decir de sus propios vecinos- sufren un desorden mental.

Según los especialistas en criminalística, la mujer tenía aproximadamente nueve meses de haber fallecido.

En vida respondió al nombre de Juana Núñez Gómez, quien contaba con 56 años y vivía con su esposo, Efrén Molina Montes de Oca, y sus hijos: Nancy, David y Leslie de apellidos Molina Núñez.

Su humanidad se fue descomponiendo sobre un colchón, hasta quedar reducida a una osamenta, que, por cierto, aún estaba ataviada con la ropa que llevaba durante su último aliento.

La casa se encontraba completamente desordenada, llena de basura, con heces fecales de perros, de gatos, y docenas de objetos “pepenados” por sus moradores.

Según testimonios de algunos vecinos, esta familia padecería cierto desorden mental que los hace acumular cosas de manera compulsiva, y por ende, difícilmente se deshacen de algún objeto. Se deduce que por estos motivos, no pudieron enterrar a la matriarca de la familia, y solo Dios sabe cómo sobrellevaron los fétidos olores de su cuerpo en descomposición durante los últimos 9 meses.

Trascendió que quien denunció el deceso de la mujer, fue el padre de esta, Vicente Núñez Ávila. Se dice que el mentor llegó a visitar a la familia de su hija, y sufrió un vuelco en el corazón al encontrar sólo un manojo de huesos y carne podrida en la cama que era de su consanguínea.

La escena se tornó aún más escalofriante, cuando el señor Vicente se percató de que, quizás como un extraordinario mecanismo de defensa, la familia entera, esposo e hijos de la finada, parecían no aceptar el deceso, y se obligaron a ser testigos mudos de la metamorfosis espectral.

Tras la llamada, a eso de las 01:30 horas, arribaron al lugar las autoridades ministeriales quienes se encargaron de realizar las primeras diligencias.

Cabe mencionar que la sorpresa de los agentes policíacos, aumentó cuando, al cuestionar a los familiares sobre el hallazgo, estos apenas y se inmutaron, y optaron por no decir nada.

Absortos en su silencio aterrador, se limitaron a observar, cómo los peritos levantaban los huesos de doña “Juana”, para trasladarlos a las instalaciones del Servicio Médico Forense. En ningún momento protestaron, ni trataron de impedirlo.

Será en el anfiteatro, donde al cadáver se le realice la necropsia de ley, para saber cuáles fueron las causas de su muerte. Una vez realizado ese procedimiento, los restos óseos podrán ser reclamados legalmente por los familiares, aunque se desconoce si en esta ocasión le darán sepultura, o si optarán, nuevamente, por conservar su humanidad lo más cerca de ellos que se pueda.