Isidro Bautista

 

El lunes pasado fue realizado “Guerrero por la paz” en Acapulco como “un encuentro de sabiduría y meditación”, con Ravi Shankar, y al día siguiente, en Chilpancingo, inició la “Feria de la paz y la esperanza”, que culminará mañana viernes, con la participación de instituciones educativas.

Independientemente de que ambas acciones fueron promovidas por el gobierno del estado, y de los comentarios encontrados que puedan originar, debe uno de aplaudir todo intento o todo esfuerzo que se haga en favor de la paz, venga de donde venga, más en estos tiempos.

Seguramente constituyen una de las tantas formas en que tiene que afrontarse este clima de violencia o de inseguridad que ha predominado en Guerrero por más de diez años, pues no será sólo con más balas, más policías, más soldados, más patrullas o más penas condenatorias como debe combatirse.

Ese problema es tan complejo, que requiere abatirse de mil maneras, y no sólo con la intervención del gobierno, sino de la sociedad en general.

Tiene que atajarse principalmente con empleos, programas de gobierno más amplios y con el fomento de principios y valores, hoy deteriorados como nunca lo han estado, que incluyan el llamado a la paz entre las personas y las comunidades, en particular la familia, dividida actualmente en muchos lados, justo por la descomposición social.

En las redes sociales ayer comenzó a circular la noticia de que un niño de aproximadamente 13 años fue ejecutado, después de que al principio de este mes apareció en un video en el que confesó pertenecer a un grupo de la delincuencia organizada y de haber matado materialmente a seis personas.

Se supo que el pequeño vivía en Tixtla, nació en Iguala, y desde los 4 años era huérfano de madre e hijo de un alcohólico de quien no sabía su paradero. Según, estudiaba la primaria, bajo el cuidado de unos tíos.

Por eso, deben ser bienvenidas las palabras de Héctor Astudillo, gobernador del estado, cuando dijo ante Ravi Shankar: La violencia no respeta religión ni clase social; la violencia llega a todos lados. Hagámoslo al revés, que la paz llegue a cada rincón de Guerrero, a través de la buena fe y los valores.

La violencia —agregó— es una realidad, y por eso la enfrentamos trabajando todos los días.

Y aclaró: Este evento es parte de una estrategia integral de combate a la violencia. Es parte del trabajo para construir un Guerrero con mejor ambiente y ánimo social.

Y qué bueno que en su gobierno haya perseverancia en ese tipo de llamados, que deben ser secundados, no sólo como lo hace su esposa, la presidenta del DIF, Mercedes Calvo, sino por la sociedad en general, sobre todo la Iglesia y las familias, para que ya no haya otro caso como el del niño hoy occiso, a falta de principios y valores, más que de padres.

Y la siembra de principios y valores debe hacerse más en casa y escuela. Los maestros deben rescatar el papel aquel que desempeñaban casi como padres, para no propiciar, de lo contrario, más niños tentados por las mentes perversas.

No caben descalificaciones como las hechas por la secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, Beatriz Mojica Morga, en el sentido de que el gobierno simula combatir la inseguridad y la violencia, cuando nunca levantó así la voz ante el que encabezó su partido, con dos gobernadores que, en su tiempo, estuvieron parados en medio del fuego cruzado.

Ojalá que ante esta situación, todos los días fueran Día de la Paz, y no sólo cada 21 de septiembre.

Como dijo Benjamín Franklin, “o caminamos todos juntos hacia la paz, o nunca la encontraremos”.

isidro_bautista@hotmail.com