Javier Cadena Cárdenas

No cabe la menor duda, al menos para las generaciones con más de medio siglo de vida, de que México fue el mejor público de los Creedence Clearwater Revival.

Desde que la música de este grupo formado en El Cerrito, California, Estados Unidos, llegó a tierras mexicanas, siempre ha estado presente en los hogares a lo largo y ancho del país.

Es más, al principio no sólo estuvo presente sino que su aceptación fue mucho mayor que la brindada a otros grupos de rock, como The Beatles y The Rolling Stones, por nombrar a los más relevantes de todas las épocas, y todavía son memorables las competencias que en las estaciones de radio de moda en aquellos años, que van de 1968 a 1972, hacían entre una canción de los Creedence y una de otro grupo, y en donde casi siempre salía triunfadora la del primero.

También por esos años, aunque por menos tiempo, Alberto Aguilera Valadez deambuló por la unidad habitacional de Tlatelolco, en la ciudad de México, y lo hizo con una guitarra al hombre.

El joven Alberto habitaba un departamento en un edificio contiguo a la “Escuela Secundaria número 16, Pedro Díaz”, por lo que era común su presencia a la salida de clases, así como su participación en los partidos de futbol y tochito que se organizaban en la amplia explanada que separa a esa escuela de la tristemente célebre Plaza de las Tres Culturas.

Y en esos tiempos, cuando terminaban los partidos, el joven Alberto no perdía la oportunidad de compartir su aún incipiente música, y cuando no estaba en vena para interpretar sus composiciones, deleitaba a su también joven audiencia cantando las de otros, incluidos los Creedence.

Pero un día el joven Alberto dejó de presentarse a la salida de clases, y meses después, así como de la nada, apareció en la radio el joven cantante Juan Gabriel interpretando “No tengo dinero”, una de las canciones que el joven Alberto había compartido con sus anteriores jóvenes escuchas estudiantes de secundaria, quienes sin dudarlo de inmediato supieron que uno era el otro y viceversa.

Y a partir de ahí, a hacer historia, misma que en sus inicios unió de manera natural el éxito en México de los Creedence, con la formación como compositor e intérprete de Alberto-Juan Gabriel, por lo que a aquellos estudiantes de secundaria que escucharon de viva voz a aquel joven cantautor, no les pareció nada extraño que en mayo de 2016, tres meses antes de su muerte, Juan Gabriel haya dado a conocer su versión de una de las canciones emblemáticas de ese grupo.

Con ello, también de forma natural, el final de su vida estuvo ligado a los Creedence, ya que su versión en español de “Have You Ever Seen The Rein”, fue su última grabación publicada en disco y en video, amén de que el 28 de agosto de 2016 falleció en California, lugar de donde es oriundo ese grupo.

Los Creedence siguen deambulando en este mundo, pero Alberto-Juan Gabriel, ya no, ya está descansando en paz en la soledad de su sepulcro, como dice de su mamá en “Amor Eterno”, aquella canción en la cual reconoce que ella es “el amor del cual yo tengo el más triste recuerdo de Acapulco”.