Javier Cadena

Recién habían transcurrido las dos terceras partes de la década de los años setenta del siglo pasado cuando Julio Moguel llegó como maestro a la ENEP Acatlán, dependiente de la UNAM, y arribó como lo hacen los jóvenes: con entusiasmo, entrega y capacidad, características que pronto le trajeron el reconocimiento de la comunidad estudiantil, sobre todo de los integrantes de la primera generación de sociología, a quienes les impartió la asignatura sobre sociología y economía agrarias.
Con Julio Moguel los alumnos alimentaron sus conocimientos y ampliaron su lenguaje, dentro del cual los conceptos renta de la tierra, acumulación originaria, vía campesina, modo de producción, marxismo, comunismo, socialismo, socialdemocracia, sistema burgués, proletariado, lumpenproletario, maoísmo, trostskismo, leninismo, estalinismo, populismo, imperialismo, dialéctica, entre otros, cobraron vigencia y se convirtieron en expresiones cotidianas.
También con Julio Moguel hizo su aparición un grupo de jóvenes que lo auxiliaban en la preparación de las clases y en la coordinación del alumnado, dentro de los cuales sobresalía Rosario Robles, quien era su compañera sentimental, y que despuntaba precisamente por su capacidad académica, de trabajo y de compromiso político con los movimientos revolucionarios de izquierda.
De lo anterior ya pasaron cuatro décadas, y con los años el mundo y Rosario Robles ya no son lo mismo.
En aquel entonces Rosario Robles andaba con huaraches, pantalón de mezclilla y blusa de manta.
Hoy en día viste zapatos de tacón, trajes sastre o vestidos de diseñador.
Pero sería injusto quedarse en el cambio de Rosario Robles en algo tan superficial como la vestimenta.
No.
Lo relevante es la modificación que ha hecho de sus compañeros de ruta y de lucha.
Antes caminaba al lado de los estudiantes, obreros, líderes sociales y políticos de izquierda, mujeres militantes y demás representantes de las luchas sociales.
Después, hace tres quinquenios, caminó al lado de representantes de la derecha panista en la búsqueda porque Marcelo Ebrard del PRD o Beatriz Paredes del PRI, no triunfaran en las elecciones de 2006 en la capital del país.
Y a partir de 2012 lo ha hecho al lado del PRI, tanto que ella fue una funcionaria de primerísimo nivel en el gobierno de Enrique Peña, y hasta su hija, Mariana Moguel Robles, fue presidenta de ese partido en la ciudad de México y diputada local.
Pero esta transformación de formas y fondos en el andar político de Rosario Robles, se ha dado paso a pasito, y ha transitado por una militancia maoísta en la OIR-Línea de Masas, por la lucha sindical universitaria, por andar de la mano de Cuauhtémoc Cárdenas o de Diego Fernández, hasta llegar a ser colaboradora en la pasada administración federal priísta.
Y precisamente por ciertos aspectos que le achacan de su trabajo en ese gobierno, hoy en día está en el ojo del huracán de la justicia por supuestos malos manejos financieros, mejor conocidos como “Estafa Maestra”.
En los añejos tiempos en los que Rosario Robles llegó a la ENEP Acatlán de la mano de Julio Moguel, su lucha era en contra del sistema priísta, burgués y corrupto que gobernaba México.
Hoy, cual paradoja dialéctica, su lucha es porque no sea juzgada y condenada por su posible actuación durante su paso en un gobierno priísta, burgués y corrupto, como ella lo denominaba en sus años juveniles.
O sea, su vida política ha sido la fiel expresión de la dialéctica, por aquello de la unión de los contrarios.