Javier Cadena Cárdenas

El actual gobierno federal ha rebasado sus primeros seis meses de ejercicio con una situación similar a la que inició su administración el pasado uno de diciembre de 2018: con posiciones encontradas, y por ende con visiones diferentes, diversas e incluso contradictorias unas de otras.
Por ejemplo —circunscribiéndose en el mero aspecto económico—, hay voces de especialistas, del sector privado y de la administración anterior, que dicen que el nuevo gobierno recibió una economía estable; con baja inflación; y con un crecimiento promedio anual del 2.5 por ciento.
Pero también hay otras voces que aseguran que la administración se heredó con muchos pendientes por resolver en el futuro inmediato, como son, por ejemplo, las altas tasas de pobreza; los bajos salarios y el alto índice de empleo informal y sin prestaciones; y el precio bajo internacional de la mezcla mexicana de petróleo.
Pero esto es normal en todo sistema democrático, y se dice democrático toda vez que el actual gobierno llegó al poder a través de un proceso electoral que recibió la aceptación de la mayoría de los electores.
Aunque también hay que reconocer que existen voces que como una postura de rechazo o de odio o de real oposición, dicen que el titular del poder ejecutivo nacional está implementando una dictadura orientada a la concentración del poder en una sola persona –el Presidente de la República-, que pretende reelegirse en 2024.
Así, los primeros seis meses de gobierno transcurrieron con informaciones que van de la evaluación nada favorable por parte del sector empresarial y de las calificadoras en materia macroeconómica -en específico a la CFE a partir de la denuncia de conflicto de interés de algunos ex funcionarios, y a PEMEX, sobre todo después del asunto del huachicol-, a la evaluación favorable que aún hace la población a través de encuestas aplicadas por empresas especializadas o por medios de comunicación, aceptación que por cierto ha roto todo tipo de antecedentes en la materia.
Pero tanto las voces discordantes como las de apoyo, coinciden en algo: ambas dicen querer lo mejor para el país, por lo que también las dos se aventuran a compartir escenarios de un futuro inmediato marcado por cada una de sus propias visiones.
Dentro de la variedad de escenarios para el futuro nacional, llama la atención por diverso y disperso lo planteado por el economista Eduardo Sojo, quien vislumbra cuatro posibles rutas a tomar por el presente gobierno en su día a día.
A la primera la llama “El poder es como el violín”, ya que se toma con la izquierda pero se toca con la derecha.
La segunda es el “No les voy a fallar”, porque se empecina en cumplir lo prometido al costo que sea.
La tercera consiste en un proceso “Inercial”, puesto que lo quiso pero no lo pudo hacer, o lo tuvo que hacer porque no pudo hacer lo que quería.
Y la última es esa de “Sálvese quien pueda”, sobre todo, dice el economista muy reconocido por las administraciones panistas, si se presenta un colapso comercial internacional con repercusiones catastróficas a nivel nacional.
Estas rutas, hay que decirlo, son las más socorridas y utilizadas por los críticos al presidente de la república y a su gobierno, y muestran sus voces cada día con más y mayor intensidad, amén de que en ocasiones los compañeros de ruta del titular del ejecutivo federal no le ayudan en mucho que digamos.
Pero todo son voces, las voces de hoy, críticas o de apoyo, con eco o sin él, y es gratificante escucharlas a todas ya que al hacerlo uno se da cuenta que el país sí tiene remedio.