Sadyhel Astudillo

Aprovecho el espacio para enviar una afectuosa felicitación a la prima Itzel Camero así como a su novio Odilón Ramírez, que el próximo viernes 26 contraerán nupcias. Que sean días inolvidables en compañía de todos sus familiares, amigos y seres queridos en general. Nuestros mejores deseos por parte de la familia.

La semana pasada se comentó la importancia de hacer mención de los autores en todos ámbitos; desde un blog de internet hasta el autor de una obra clásica, pasando por compositores, directores, divulgadores y un sinfín de etcéteras. De hecho, quiero aprovechar la oportunidad estimados lectores para preguntarles ¿Están seguros de lo que leyeron la semana pasada?
Recordemos que, el tema se inició debido a que escuché el comentario que el creador de la película “Hellboy” era Del Toro, comentario que desmentí al final de la colaboración, afirmando que el creador era Stan Lee… solo para picar su curiosidad. En realidad el verdadero creador del personaje y autor de los comics donde aparece es Mike Mignola ¿Por qué mentí la semana pasada en esa parte?
Pues para hacer énfasis en la importancia de los autores –dejando de lado el tema de Hellboy-, si esta columna no se identificara con mi nombre, no tendría una confianza de la cual fiarse al leer información escrita y poder elegir si, confiar en lo escrito o no. De igual forma si alguien por medio de la calumnias mancha la reputación de un tercero, por medio de su nombre en su texto, se puede buscar al autor para aclarar la situación o, en caso de ser un anónimo, no darle más importancia de la que merece.
Así que, esto va mucho más allá de un simple reconocimiento o el hecho de que una obra –exitosa o no- lleve un nombre.

Por ejemplo –y siguiendo con la temática de los comics- tuvieron que pasar décadas para que DC pusiera el nombre de Bill Finger en todo lo relacionado con Batman. Anteriormente solo se colocaba como autor a Bob Kane, negándole autoridad y su derecho a Bill; de hecho, este no vio su reconocimiento en vida, fue posterior a su muerte que su autoría fue considerada. Y durante –literalmente- toda su vida estuvo soportando ser opacado por una figura que se llevó su crédito, a pesar de que varias personas lo apoyaban, la situación se negaba a cambiar.
De haber sido otra la situación quizá Bill hubiese tenido otra vida, ya que como deben imaginarse, la ganancia en aquel entonces y actualmente, por haber creado a Batman deben de ser muy significante; quien sabe, quizá hasta podría seguir con vida. Sin embargo al negarse su autoría, otro gallo fue el que cantó.
Y como ese tenemos muchos casos, dentro de los comics, como el tan sonado caso de Memín Pingüín, la autoría de Candy Candy, entro otros; así como fuera de ese medio. Por ejemplo existe un cuento corto de origen mexicano con una trama tremendamente similar a la serie de libros de los Juegos del Hambre, películas que se “inspiran” de otras, canciones que se traducen o solo hacen mínimos cambios, etc. Las situaciones legales de esta índole son muy fuertes, ya que estamos hablando de derechos de autor y plagio. Los casos que se resuelven rápidamente son debido a la presencia de un autor en las obras. ¿Pero las demás? Se van a juicios que llegan a durar varios años y a ser bastante costosos e injustos, los cuales cuando encuentran su resolución, el conflicto inicial ya se disipo (como ocurrió con el ahora tan popular SHAZAM!; que este personaje da para un artículo aparte ya que estuvo dos veces presente en problemas de esta índole).
Por lo tanto la importancia ya está marcada, no es por cortesía, es por derecho y por ley que el autor siempre se debe mencionar, no importa lo pequeña o lo grande que sea la obra, respetado así lo que le corresponde a cada quien (en caso de ser un equipo) y evitando futuros problemas y malos entendidos. Recordemos que estamos en los tiempos en el que el celular manda y por lo regular el celular manda turbas furiosas e intransigentes.