SADYHEL ASTUDILLO

Envío un afectuoso y cariñoso saludo a la Sra. Heladia Nava Manzo, que esta semana cumple un año más de vida. Muchas felicidades abuelita.!!!

La semana pasada se comentó en este espacio la relación que tiene el uso de los celulares con el desempeño académico de los estudiantes, haciendo notar que el aparato es un enorme distractor generando por consiguiente falta de concentración y malas calificaciones; mientras que entre menos “adicto” a él se tenga que ser, se obtiene un mejor resultado. Asimismo, se llegó a la conclusión que entre menos apego se tenga al celular es mejor y que en lugar de perder el tiempo pegado a la pantalla, mejor se lea un buen libro o se practique algún deporte.
Hoy se desea continuar con el tema de la educación, sigamos con el ejemplo de los celulares, en primera instancia, tanto los padres como los profesores no deberían permitir que los alumnos los utilicen en los horarios de clases o en el caso de llevar uno, este sea sencillo, es decir únicamente para enviar y recibir llamadas o mensajes y utilizarlos sólo en caso de emergencias.
El hecho de que no exista algún impedimento contra los celulares en las escuelas, nos quiere decir que los reglamentos de dichas instituciones sean sumamente endebles y que, si los alumnos los utilizan ¿Qué nos asegura que el profesor al frente del grupo, no hace lo mismo? Faltando el respeto a la institución y a sus estudiantes al hacer un mal desempeño de su profesión.
Sigamos con los maestros, recordemos todos los problemas que generan sus evaluaciones, ya que están en contra de ellas y como no, sólo basta dar una vista rápida a los videos de internet donde no logran responder preguntas básicas, tampoco respetan la ortografía y mucho menos pueden hacer operaciones sin calculadora. Ya se deben imaginar cómo se ponen cuándo uno de sus alumnos lo corrige, quédense con la idea de éste hipotético profesor y ahora imagine que quizá uno así está educando a su hijo.
Esto nos vuelve a referir hacia el reglamento interior de la institución, deberían de ser las directivas o consejos de administración, más exigentes y evaluar continuamente a su planta de docentes para evitar malos profesores y asegurarse de tener buenos egresados, pero si no lo hacen, entonces quizá el problema está aún más “en la raíz”, es decir, los directivos. Como sabemos, si la cabeza no funciona, las extremidades mucho menos, es decir, si los directivos no son competentes en su cargo, los docentes serán aún más irresponsables y por último los alumnos seguirán en su ignorancia.
Tengamos presente la enorme cantidad de “escuelas patito” que hay en el país ¿Esto que nos quiere decir? Que desafortunadamente muchas personas ven la educación como un negocio y si existen miles de rechazados cada año en una universidad pública, nada evitará que esos jóvenes vean esa opción y se inscriban en una de esas escuelas, donde no se aplican exámenes para ingresar. Pero no hay que generalizar, ya que como es del conocimiento, no todas las escuelas privadas son malas ni todas las públicas excelentes.
¿Entonces que nos queda? ¿Cuál es la solución para saber dónde inscribir a los jóvenes? La respuesta está en el viejo dicho que versa: El alumno hace a la escuela y no la escuela al alumno; también podemos agregar: El que es perico donde quiera es verde. Es decir que, independientemente de las institución donde nos encontremos, sin importar que los directivos sean desinteresados de su labor, que los maestros sean “barcos” y que los compañeros ni si quiera lleguen a clases, uno no debe de “contagiarse” de esa vagancia, debe de prepararse y estudiar de manera autodidacta, apoyándose en sus mayores o en libros de texto, pero a final de cuentas despejar sus dudas para que el día de mañana que egrese e ingrese a una mejor institución vaya bien “armado” de conocimientos para enfrentar cualquier reto.
Entonces pues, no dejemos que nuestro entorno nos deprima o amedrente, por el contrario que sirva para sacar lo mejor de nosotros en cualquier ámbito, sea escolar o laboral para que al final del día, mejoremos nosotros como personas y por añadidura y poco a poco nuestros compañeros.