Alejandro Mendoza

La necesidad de pensar en que otro México es posible, es un pensamiento de millones de mexicanos. En cada estado, municipio y comunidad, la gente habla del actual escenario adverso que padece la nación. De hecho, existen comentarios que van desde la pésima forma en cómo gobernó Peña Nieto hasta el tema de la violencia y la terrible crisis económica que se enfrenta todos los días.
Hoy quiero referirme a algunos datos relevantes de México en el contexto internacional que, vale la pena considerar, para darse una idea real del por qué se enfrentan escenarios desoladores hacia dónde se voltee a mirar en la sociedad.
México es la décimo cuarta economía del mundo, pero viven 55.3 millones de mexicanos en situación de pobreza y 23 millones en condiciones de pobreza alimentaria, es decir, sin posibilidades de acceso a la canasta básica; en contraste 4 personas concentran el 9% de la riqueza nacional; el Global Wealth Report indica que el 10% más rico de México concentra casi el 70% de la riqueza de todo el país.
Comparativamente, el salario mínimo en México no sólo es el más bajo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), sino también -junto con Haití- es el más bajo de toda América Latina.
De acuerdo al Índice Global de Impunidad, México ocupa el segundo lugar en corrupción e impunidad en el mundo, tan sólo debajo de Filipinas; según el Centro de Estudios Económicos del sector privado, a México le cuesta la corrupción más de 1.5 billones de pesos anuales, equivalente al 10% del PIB.
El Índice de Paz Global (Global Peace Index) coloca a México en situaciones de inseguridad similares a las que se viven en Irán, Siria, Libia, Turquía, Colombia, Mozambique y Egipto. Y de acuerdo con el indicador de Educación y Competencias de la OCDE, México ocupa el último lugar en materia educativa,
La Constitución de 1917 reconoció los derechos sociales a la educación, salud, vivienda, empleo, seguridad, etc. pero que después de casi 100 años la mayoría del pueblo de México no tiene acceso pleno a ellos.
Ante el rotundo fracaso del gobierno de Enrique Peña Nieto en la conducción de la nación, es urgente impulsar y ejecutar políticas públicas eficaces, que saquen al país de la crisis de desigualdad, pobreza, inseguridad y corrupción en que se encuentra. El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador se propone ese gran reto a partir del próximo 1 de diciembre cuando entre en funciones su gobierno federal.
La sociedad mexicana demanda cambiar el ejercicio de gobierno y la práctica política, es decir, la forma en cómo se ejerce el poder. López Obrador tiene sobre sí, la gran tarea de diferenciarse de las estructuras tradicionales del poder y del pensamiento estancado en el pasado, que son sinónimo de atraso, corrupción e inestabilidad,
Resulta impostergable el propósito de impulsar y concretar la igualdad, la libertad, la justicia, la democracia, la transparencia y los derechos humanos. Asignaturas que han dejado pendientes los pasados gobiernos federales del PRI y del PAN. La apuesta es que AMLO y su Morena haga las cosas diferentes, o al menos, eso creen millones de mexicanos que lo eligieron por considerar que representa la esperanza de México. Y a partir del 1 de diciembre próximo tal esperanza comenzará hacerse realidad o, simplemente, quedará en una muy lamentable utopía, por lo mientras hay diputados federales, diputados locales, senadores y presidentes municipales de Morena que ya decepcionaron a miles de sus seguidores.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
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