Sadyhel Astudillo

La semana pasada en este espacio se hizo mención acerca de los libros del escritor guerrerense Juan Sánchez Andraka. Se comentó que en sus libros aborda sucesos de interés nacional y estatal que se llevaron a cabo hace cuatro o más décadas. También nos describe con mucho detalle los paisajes de nuestro estado y como este fue cambiando poco a poco con el paso de los años y con ello llegada de la urbanización; el cambio de quinqués por luz eléctrica, animales de carga por automóviles, calles de tierra por concreto y un largo etc.
Tengamos presente que las memorias que se narran en esos libros inician aproximadamente en la década de los cuarenta; en mi particular caso, mis primeros recuerdos que tengo con respecto de salir de la capital a visitar a mis familiares a otras regiones del estado son de mediados de los noventa, es decir, cincuenta años de diferencia entre los recuerdos del autor y mis experiencias pero, ahora que leí esos libros me doy cuenta de algo bastante curioso, para que vayan de la mano conmigo, ahora les contaré mis recuerdos.
Por parte de mi familia paterna, visitamos la región de la Costa Chica, hasta el municipio de San Luis Acatlán. Recuerdo que, conforme más nos alejábamos de Chilpancingo, era menos habitual ver casas construidas con materiales de concreto, terrenos bardeados y calles pavimentadas; de hecho, recuerdo que me daba cuenta que ya estábamos próximos a llegar a la localidad, cuando pasábamos por una zona llena de baches donde hombres y niños con cubetas y palas los “llenaban”, pedían una cooperación por su trabajo a los usuarios de la carretera. Con material diverso los llenaban, entre comillas porque siempre sin importar la fecha en que pasáramos, se encontraban tapando esos baches, al parecer nunca pudieron arreglarlos, pero siempre pedían cooperación. Actualmente tiene más de ocho años que no voy a esa región, pero de la primera a la última vez que fui, los cambios fueron realmente mínimos para haber pasado veinte años.
En la región de Tierra Caliente esta mi familia materna, en esa zona visitábamos principalmente Cutzamala de Pinzón y el pueblo de Tamacuaro, si el viaje a San Luis se me hacía largo y a veces pesado, este me resultaba aún más (dejando de lado las inclemencias del clima). En primera instancia porque un gran tramo de su carretera a este poblado, era de tierra y el tránsito por ella solía ser lento, además, para poder llegar a localidad se tenía que transbordar en camionetas de redilas debido a que no todo el transporte llegaba hasta esas zonas y conforme más nos adentrábamos, más humildes se volvían estos panoramas rurales; el contraste de Chilpancingo con esta zona del estado era bastante radical.
Mi historia de visitas a esta región es más o menos similar con la de San Luis, pero recuerdo que la última vez que fui a Tierra Caliente (alrededor de 2010) varias zonas de la región no contaban con línea telefónica, mucho menos con señal de celular.
¿A que quiero llegar con estas anécdotas? A que si usted amable lector ya leyó al autor Juan Sánchez o está en sus planes hacerlo, hago memoria y compare sus recuerdos de las zonas del estado con las del autor y se dará cuenta que desafortunadamente, en más de medio siglo el estado no ha progresado mucho, zonas que se mantienen sin urbanizar, localidades que parecen abandonadas debido a lo incomunicados y aisladas que están, comunidades que lejos de parecer zonas pobres, parecer zonas en las que el tiempo no ha pasado y se congelaron en un época.
Es triste y desalentador cuando toca el momento de comparar esas zonas con Acapulco o la capital ya que la calidad de vida es totalmente diferente, zonas que en pleno 2018 no cuentan con infraestructura para tener acceso a los servicios básicos ni a escuelas o un medio de transporte adecuado. Muy probablemente esa sea una razón de porque el estado no ha logrado registrar un desarrollo más próspero, uno de los factores de ese rezago que se registra y que por desgracia es un panorama desolador, puede ser la falta de atención e impulso a las actividades económicas de cada una de sus regiones, además del trabajo coordinado codo a codo entre autoridades municipales y estatales; si todos creciéramos a la par, todos trabajaríamos con el mismo empeño y bajo las mismas condiciones, en ese momento el estado podrá impulsar un desarrollo más dinámico y equilibrado, todos los sectores trabajando como uno solo; pero eso solo queda en nuestras manos y en las autoridades.

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