Jorge VALDEZ REYCEN

  • ¡Ay, Evodio! Feo descolón presidencial
  • Las obras que hizo en Acapulco Carlos Slim
  • Peña Nieto reconoce trabajo de Astudillo

–¿Y si en lugar de ampliar la Escénica, se construye un túnel? –le deslizó con audacia Ángel Aguirre Rivero al ingeniero Carlos Slim. Las cejas del magnate se alzaron. Percibía una más de las peticiones que el entonces gobernador de Guerrero le haría al hombre más rico del mundo.

Era el año 2012 y transitaban por la Costera Miguel Alemán. Iban a “Casa Acapulco” a comer y el espantoso tráfico vehicular los alcanzó a vuelta de rueda desde la base naval de Icacos.

Fue el año del amarre del Macrotúnel. Y era la idea de construir el primer túnel más largo del país y con la mayor tecnología de ingeniería. Claro que se retomaba otra idea, pero sin contar con la participación del magnate más rico del orbe. Golpes de audacia, se dicen en las alturas de esa clase política a veces inalcanzable.

Y la obra se hizo. El presidente Enrique Peña Nieto la inauguró formalmente y estuvo el ingeniero Carlos Slim, siempre discreto, parco, de bajo perfil.

En esos terrenos que pisa el presidente de la República nada es casual, ni obedece a pifias o errores. Si “el preciso” no quiere a alguien a su lado, lo cambian, luego de recibir una discreta señal. Y eso fue lo que pasó con el alcalde Evodio Velázquez Aguirre, quien recibió un feo descolón presidencial.

Desde Ernesto Zedillo Ponce de León, que paró en seco a Alberto López Rosas, cuando el primero le pidió al diputado federal: “respete mi investidura” en la reunión de evaluación por el desastre del huracán “Paulina”, no se había visto un desaire presidencial, ni tampoco un desplante así.

Evodio debió haber sentido vergüenza o satisfacción, o ambas, ante el inusual comportamiento de Peña Nieto. Cosas veredes, Mío Cid.

Lo cierto es que el semblante de Carlos Slim era de tranquilidad y satisfacción. Al menos así se pudo interpretar en la señal televisiva “Sin Filtro” que envió por redes sociales el Vocero de la Presidencia de la República, ya que aquí en Guerrero ni un triste gafete ofrecieron, ni tampoco tuvieron la atención, cortesía o deferencia con los reporteros. Ni falta que hace…

Slim tuvo esa humildad –a pesar de ser el más poderoso económicamente hablando— de hacer obras en Acapulco, sin alardes ni tampoco grandes desplantes. Faltó ese acuario marino, o quizá el puente sobre la Bocana de Acapulco, que una “Punta Bruja” con la Piedra del Elefante, al estilo de San Francisco, California.

Quizá lo vean nuestros nietos. Lo relevante es que allí estaban quienes participaron en la concreción de una obra planeada, visionaria, de modernidad.

Decir estas cosas, o escribirlas, mejor dicho, son parte de muchas historias que no se dicen y quedan en lo confidencial de una charla entre gobernantes y empresarios, como Aguirre con Slim. Ambos no se vieron allí, en el final de ese sueño apalabrado por ellos.

Claro que hubo otros que empujaron para que ese sueño se cumpliera. Y que fueron parte de ese presídium selecto, escogido.

Habrá otras historias por decir. Otros sueños por cumplir. Y habrá aquellos que sin saberlo, estarán pisando, manejando o disfrutando de las obras.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.