* En la capital hay 158 camionetas de “la basura jefa” que participan en la recolección de 300 toneladas de basura que se producen en la ciudad

 

ALONDRA GARCÍA

 

Cerca de 550 familias sobreviven “de milagro” todos los días en Chilpancingo, con la basura que producen diariamente miles de capitalinos.

Cada día, las 600 colonias de esta ciudad generan 300 toneladas de desechos sólidos que alimentan a más de 500 pepenadores, permisionarios y choferes de las camionetas recolectoras de “la basura jefa”.

Cada familia gana entre 150 y 200 pesos al día por transportar, clasificar la basura y depositarla en su destino final. Sin guantes ni cubre bocas, ni calzado especial. Viven diariamente entre los gusanos y la putrefacción.

Durante cuatro días, los choferes de “la basura jefa” y los pepenadores no tuvieron trabajo. Con el basurero de La Cinca clausurado y sin un lugar dónde depositar los desechos, su única fuente de ingresos se paralizó.

De las 158 camionetas de “la basura jefa”, 90 permanecieron estacionadas sobre la plancha del zócalo durante más de 24 horas, entre el lunes y el martes.

Aproximadamente 100 toneladas de basura transformaron el aspecto y olor de la explanada central.

Observar a los capitalinos forzados a caminar por ahí se volvió risible. Caras arrugadas, narices cubiertas con pañuelos o con manos. Paso veloz para esquivar las moscas y la pestilencia. La vista dirigida hacia otro lado para no observar la basura putrefacta.

“No sabíamos dónde más ponerla”, admite don Jaime, un hombre que ha dedicado los últimos siete años de su vida a trabajar en la recolección de basura.

“¿Qué más podíamos hacer?, ¿qué vamos a hacer con tanta basura?”, argumentó una vez más, apenado con las molestias que causaron a los capitalinos.

Sin embargo, a pesar del hedor y la putrefacción, varios ciudadanos se solidarizaron con los trabajadores de la basura y les regalaron víveres.

El alcalde Marco Antonio Leyva Mena también les regaló una despensa a cada uno.

“Nosotros no exigimos más, solamente llevar el sustento a la familia y aunque sea bien poquito, es bien recibido”, expuso don Jaime.

– ¿Y cómo sobreviven?, le preguntaron los reporteros en medio del drama de la basura en el zócalo.

– Esa es la pregunta del millón, ¡de milagro!, ¡sobrevivimos de milagro!- reconoció don Jaime.