* A pesar de que los integrantes de este colectivo han encontrado más 130 cuerpos enterrados clandestinamente en la región Norte, su labor cada vez cuenta con menos apoyo del gobierno federal

 

Texto y fotos: Alondra García

HUITZUCO.— Tras el auge del Caso Ayotzinapa, el gobierno federal abandonó la búsqueda de cientos de personas desaparecidas en Guerrero.

En noviembre de 2014 surgió un colectivo autodenominado Los Otros Desaparecidos, que comenzó estrategia de búsqueda a pie en los cerros que rodean a los municipios de Iguala, Cocula y Huitzuco.

Con pico y pala, en los últimos 15 meses este grupo encontró más de 130 cuerpos que fueron sepultados por los grupos del crimen organizado en decenas de fosas clandestinas.

A pesar de los resultados positivos, el Gobierno Federal ha retirado su apoyo, de manera gradual, a este colectivo conformado por familiares de personas desaparecidas.

El domingo 14 de febrero, Los Otros Desaparecidos tuvieron que cancelar la jornada de búsqueda que tenían contemplada porque la Policía Federal no llegó para acompañarlos y resguardar su seguridad.

En esa ocasión, los integrantes de este colectivo irían a la comunidad de Apipilulco, perteneciente al municipio de Cocula, donde un denunciante anónimo los llevaría a un sitio en el que supuestamente hay decenas de cuerpos humanos enterrados.

“No llegó la seguridad del gobierno y los compañeros no quisieron ir. Decidimos suspender la búsqueda porque nos advirtieron que ir sin resguardo era muy peligroso, pues la zona se había calentado”, explicó Mario Vergara Hernández, integrante y vocero de Los Otros Desaparecidos.

La mañana de ayer, el colectivo volvió a convocar a una jornada de búsqueda de fosas clandestinas. La cita era a las 9:00 horas en la iglesia de San Gerardo, en la ciudad de Iguala, sin embargo, el grupo de la Policía Federal que los acompañaría llegó hasta las 11:30.

Tras varias llamadas telefónicas realizadas por los integrantes del colectivo, una patrulla con apenas tres federales llegó para salvaguardar la vida de los buscadores de fosas y los reporteros que los acompañaron para documentar esta labor.

En esta ocasión, la búsqueda se realizó en algunos cerros de la comunidad de Amatitlán, en el municipio de Huitzuco.

El colectivo eligió este punto para inspeccionar tras recibir varias denuncias anónimas que informaban sobre la existencia, dos años atrás, de un campamento del crimen organizado.

Un elemento de la Policía Federal se quedó a resguardar los vehículos, mientras sus dos compañeros se adentraron en los cerros tras los buscadores de fosas clandestinas.

Provistos con palas y picos, los integrantes del colectivo comenzaron a recorrer las veredas rodeadas de monte espinoso.

El clima caluroso de la región Norte de Guerrero y los terrenos escarpados de la zona, convierten esta búsqueda en una tarea maratónica.

Sin embargo, estas personas caminan a un paso difícil de seguir, algo que resulta casi imposible de creer al mirar su calzado: huaraches de estilo calentano, de tiras de cuero y suela de hule.

Sus cuerpos se adentran en la maleza, descienden por las cañadas y escalan por las pendientes.

El grupo se divide. Unos caminan hacia el este, otros hacia el oeste, para ampliar el margen de búsqueda.

Sin radios, la única forma de comunicarse entre ambos grupos es a gritos. “¡Mario!, ¡Sirenio!”, se llaman cada cierto tiempo para saber que están bien y tratar de precisar su ubicación.

En el trayecto van apareciendo rastros humanos: una garrafa de agua, luego otra, después varias más. Un trozo de camisa, un desodorante roll-on de hombre, bolsas negras casi pulverizadas por el sol y una fogata que parece reciente.

“Aquí nos pueden matar”, advierte Mario Vergara Hernández. El resguardo policiaco se limitó a dos federales, uno por cada grupo de búsqueda.

Recuerda que antes el gobierno federal apoyaba con más elementos, quienes ayudaban en las labores de rastreo y brindaban seguridad a quienes participaban en la búsqueda de fosas clandestinas.

Una planicie en la punta del cerro muestra lo que, al parecer, fue un campamento de miembros de la delincuencia organizada.

Tras encontrar un trozo podrido de tela, tal vez perteneciente a la camisa de un hombre, los buscadores removieron la tierra con la esperanza de encontrar una fosa y, con suerte, el cuerpo de alguna víctima de la delincuencia.

Sin embargo, el piso estaba duro, totalmente compactado. Ahí no habían enterrado a nadie.

Más adelante encontraron otra planicie en la que, al parecer, alguna vez se montó un campamento. Muchas piezas de basura revelaban la presencia, meses atrás, de varias personas.

Ambas planicies y posibles campamentos estaban ubicados en puntos estratégicos en lo alto de los cerros. Desde ahí se puede observar la carretera, sin ser visto por los automovilistas.

Ese lugar, según nos cuenta Vergara Hernández, era utilizado por el propietario como tierra de cultivos.

“Los malos se adueñan de los terrenos y amenazan a los propietarios. Les advierten que no digan nada porque los van a matar y hasta la fecha siguen sin hablar”, explica.

Sin embargo, esto no ha sido un obstáculo para quienes buscan a Los Otros Desaparecidos, quienes han encontrado ya 130 cuerpos humanos enteros y restos incompletos pertenecientes a tres personas.

También hallaron nueve cuerpos en Carrizalillo, pero ahí ya no pudieron regresar para seguir buscando, porque el gobierno federal no los apoyó con suficientes garantías de seguridad.

De los 130 cuerpos hallados en estos 15 meses, sólo 15 han sido identificados por la Procuraduría General de la República (PGR). El resto permanece en calidad de desconocidos.

Sin embargo, los familiares de los desaparecidos desconfían de los trabajos de identificación realizados por la PGR.

“Ellos entregan los cuerpos y les dicen que no abran la caja, por eso tenemos muchas dudas”, explicó Mario Vergara Hernández durante una breve descanso a la sombra de unas zarzas.

Por ello, indicó que Los Otros Desaparecidos solicitarán la intervención de antropólogos forenses independientes, para constatar la identidad de los cuerpos entregados por la PGR.

Luego de algunos minutos, la búsqueda continuó. “Para nosotros esto no es un día de campo”, comentó Mayra Vergara, hermana de un joven desaparecido en esa zona.

Mientras tanto, Vergara Hernández señala los cerros. Ahí, escondidos en algún lugar, están los cuerpos de decenas, quizá cientos de personas que fueron víctimas de la delincuencia organizada.

Indica que no todos los desaparecidos son de Guerrero. El colectivo de Los Otros Desaparecidos ha recibido solicitudes de apoyo para la localización de víctimas procedentes de estados colindantes como Puebla, Querétaro, México, Morelos y Michoacán, quienes desaparecieron al atravesar esta región de la entidad. “La delincuencia no tiene fronteras”, lamenta.

Antes que se oculte el sol, el colectivo tiene que concluir la búsqueda. Hacerlo al atardecer no es seguro, debido a la presencia de grupos criminales.

Ayer no encontraron fosas clandestinas, pero aseguran que no fue un día perdido ni una derrota. “Ya descartamos un lugar de búsqueda y por eso cada vez estamos más cerca de encontrar a nuestros hijos desaparecidos”, insiste don Mario.