* Ruiz Massieu: leer periódicos, era obligatorio

* Grave, la desinformación de funcionarios

* Robles Catalán: “El periódico es la biblia del pueblo”

 

JORGE VALDEZ REYCEN

 

Antes de la 6 de la mañana, el gobernador exigía que estuvieran todos los periódicos en Casa Guerrero.

José Francisco Ruiz Massieu era un ávido y compulsivo lector de periódicos. No pedía la síntesis, sino los gruesos diarios nacionales, sin excepción. Casi religiosamente dedicaba las primeras horas del día a su lectura y discusión con funcionarios del primer nivel, a quienes exigía leer.

En un vuelo de Chilpancingo a Acapulco en el jet “Citation”, atestigüé su compulsivo interés por los diarios. El “tambache” era voluminoso y los leía todos. Luego les preguntaba a sus colaboradores sobre tal o cual nota, y cuando veía que ponían cara de sorpresa, mayúsculo era el regaño. No tenía interlocutores para analizar determinado tema de interés.

Le hablo de hace 25 años. José Rubén Robles Catalán definía al periódico como “la biblia del pueblo”. Hoy muchos funcionarios siguen sin leer los diarios, ni se informan sobre temas de interés público. Es cierto: los tiempos cambiaron y las redes sociales dominan el mundo de la información a un ritmo vertiginoso, pero muchas veces las noticias no son confiables, son broma o donde dominan temas cargados de frivolidades, memes chuscos y boato pseudoliterario.

Esto se traduce en un fenómeno de desinformación. No hay otro argumento ante la falta de lectura de servidores públicos, por muy cargada que sea la agenda. Y mire que hablo del primer círculo: secretarios, subsecretarios y directores generales.

Quizá la falta de disciplina para la lectura sea parte del fenómeno desinformativo. Lo que se traduce en desconocimiento a fondo de temas sustantivos como el Caso Iguala-Ayotzinapa y sus repercusiones que han convertido a nivel internacional el asunto en una desgracia, sólo por citar un ejemplo muy ilustrativo y de sensible conocimiento.

La información es parte del ejercicio sustantivo de gobernar. No allegarse la suficiente información por todos los canales, genera vacíos y produce necesariamente la ignorancia en determinados temas.

Retomar lo que para el gobernador Ruiz Massieu era un ejercicio de autodisciplina –el leer los periódicos—, se impone en los tiempos actuales. Y, claro, hay que estar atentos a las redes sociales. Hoy se gobierna con los medios, con la información.

La declaración del gobernador Héctor Astudillo Flores de no dialogar con criminales, constituye una severa llamada de atención hacia aquellos que habían incurrido en la tentación reiterada de cometer delitos, como un modus operandi para ejercer presión hacia determinada finalidad. La lectura política que se le debe dar, además, es que significa una línea a seguir para el gabinete: cero tolerancia a negociar la ley. Es consigna irrenunciable y principio de autoridad ineludible.

Para quienes miden las consecuencias y dimensiones del posicionamiento firme del gobernador Astudillo emitido sin dobleces ni MEDIAS TINTAS, constituye el verdadero viraje a las laxas políticas de dejar pasar, simular y hasta desperdiciar tiempo en reuniones negociadoras con quienes delinquían a placer, impunes y hasta desafiantes del marco legal. Astudillo cerró la puerta a componendas, que ya eran actos de cinismo y burla, entre autoridades y grupos exponencialmente delictivos, bajo la fachada de una lucha social simulada.

Se cumplió la primera semana de gobierno. Y queda constancia de la conformación de un gabinete atípico, donde se criticó la ausencia de astudillistas. Empero, predominó la inclusión de todos los grupos y hasta de los sin grupo. Todo depende de la visión del lector o el grado de miopía del periodista…

Nos leemos mañana, SIN MEDIAS TINTAS.